La tomatina que se avecina II

(((Alerta: es el post más largo de la historia de la humanidad)))

El año pasado me lo pasé pipa viendo como mi planta de tomate crecía en la terraza de nuestro piso de Segovia. Pero no estoy muy segura de que 13 tomates (la mayoría, no comestibles) merecieran tanto mimo y atención. La culpa fue en parte mía y en parte de las circunstancias. El primer error fue, seguramente, plantar semillas en vez de comprar el plantón ya crecidito en un vivero. Ahorras tiempo y energía. El segundo error fue plantar las semillas a finales de abril, en vez de a mediados de febrero. La planta creció tarde y mal. A mediados de junio la planta de tomate era una cosita pequeña, casi recién nacida, cuando debería tener el aspecto de una planta en condiciones. Y a partir de ahí, todo cuesta abajo.

Mi cosecha de tomate plantados en maceta del año pasado

Así que este año, estábamos decididos desde el principio a no cometer los mismos errores... y por eso hemos cometido otros nuevos. Veréis, cuando volvimos a Logroño, alquilamos una casita muy mona con una terraza enorme y una jardincillo estupendo. Como tiene buena orientación (suroeste), nos hemos animado a dejar atrás la fase del huerto urbano y meternos de lleno en el latifundismo.

La verdad, no tenemos ni idea de lo que estamos haciendo. Vamos aprendiendo sobre la marcha y desde luego no estamos en condiciones, por ahora, de dar lecciones a nadie sobre el cultivo casero de casi ninguna hortaliza. Quizás el año que viene sí, pero este año, no. Nos ha salido mal casi todo lo que podía salir mal e incluso algunas cosas que era imposible que salieran mal. Y aun con todo, es posible que consigamos recolectar alguna lechuga, un par de cebollas y algún que otro tomate. Crucemos los dedos.

En cualquier caso, empecemos por el principio.

Cuando alquilamos la casa, el jardín era la selva del Amazonas. Ni os lo imagináis. Había que cruzarlo con machete en mano. Así que a mediados de enero, mi maridito, ayudado de un veneno especial y su vigor físico (que no os engañe su altura, aunque sea bajito está muy cachas) consiguió dejar el jardín prácticamente limpio de malas hierbas. Fue un currazo, pero mereció la pena. Yo preferí ver los toros desde la barrera, sacando el pañuelo blanco cuando la faena merecía el reconocimiento del respetable. 

Después, azada en mano, levantamos toda la tierra, para que se oreara. Y de ahí, confiados, nos pasamos directamente a plantar lechugas. Error. La tierra es demasiado arcillosa así que cuando llueve y se seca, se forman unos ladrillacos de tierra compactada que no veas y así es imposible que crezca nada en condiciones. Y aun así, algo crece. Compramos cebollas, lechugas varias, espinacas, unas fresas y acelgas a principios de abril en un vivero cercano. Los plantones salen muy baratos y merece la pena ahorrarse plantar semillas y mimarlas durante las primeras semanas como si te fuera la vida en ello (que te va, porque las plantas, cuando son tan chiquitas, se te mueren a la mínima).

A principio de abril, cuando sólo teníamos las cebollas y las lechugas

Por eso, cuando llegó la hora de plantar tomates y pimientos, a principios de mayo, aprovechamos los conocimientos que habíamos adquirido después del fiasco de las lechugas. Y no vale reírse porque voy a hablar de caca. Caca animal, para ser exactos. Javi compró 25 kilos de caca de oveja en una empresa cercana, llamada Abonos de Ganado Lacrosse, y los repartió bien por todo el terreno, mezclándolos con la tierra que aún nos quedaba por utilizar. He aquí el segundo error: esto de abonar hay que hacerlo por el mes de diciembre, no por el mes de mayo, pero mejor tarde que nunca. El año que viene lo haremos a su hora. 

Además, mi hermano Gonzalo me había regalado dos libros sobre el cultivo casero de hortalizas (la familia se ha implicado mucho con nuestro huerto) que recomendaban el uso de cajoneras para espacios pequeños y agricultores principiantes, así que compramos unas maderas e hicimos los cajones. La verdad, quedan mucho más monas.  Por cierto, el libro en cuestión es éste de la Royal Horticultural Society de Inglaterra y es una pasada. Está en inglés, sí, pero es lo más completo que hemos encontrado y organiza el calendario de plantación y cuidados por estaciones, que es una forma muy útil de hacerlo. Si lo vuestro es cultivar un huerto en la terraza de casa, entonces os recomiendo este otro que está dirigido a los urbanitas de mundo. Todo muy claro, explicado para tontos, como a mí me gusta.

(((Por cierto, en el blog de Mumumio han colgado ya varias entradas dedicadas a este tema tan interesante con lecturas recomendadas y una pequeña lista de las verduras más fáciles de cultivar en terraza. Lectura recomendada.)))

Sea como fuera, el huerto, con sus cajoneras y todo, tiene ahora este aspecto. Si conseguimos sobrevivir a este año, mi objetivo para el que viene es intentar mejorar la estética del conjunto, porque la verdad es que ahora mismo mi huerto es una atentado a la vista. No me parece bonito ni a mí, y eso que lo he 'parido'.

La cosa está ahora mucho más avanzada, con sus cajoneras y todo.

Después de construir las cajoneras, con madera que se puede comprar en superficies como Brico-Dêpot, Leroy Merlin, etc, compramos varios sacos de sustrato universal para mezclar con la tierra que hay en nuestro jardín. Así conseguimos que la tierra esté más suelta y las raíces pudieran crecer mejor, haciendo que la planta se desarrolle estupendamente. 

Y con esto y un bizcocho, a principios de mayo plantamos tomates, pimientos,  alcachofas, berenjenas y calabacines. Y entonces fue cuando comenzamos a padecer las siete plagas, que riete tú de las de Egipto.

Primero fueron las hormigas, después los caracolillos, más tarde los pájaros y por último algún bicho cabr*n que no hace más que comerse los calabacines que plantamos. Uno detrás del otro. Calabacín que plantamos, calabacín que se come. Es un suplicio.

El tema de las hormigas lo solucionamos con un par de cajas de veneno que compramos en la ferretería y que acabó con el problema en apenas una noche. Sufrieron una muerte rápida. Eso sí, la próxima vez intentaré utilizar un veneno natural que he visto por alguna web, hecho a base de cebolla y ajo. No, no es veneno contra vampiros.  En fin, que en esta foto de los tomates, se ven la cajitas azules en la zona de la izquierda.

Las tomateras tienen muy buena pinta

El tema de los pájaros lo hemos solucionado (un poco chuscamente, la verdad) con unas redes colocadas  a la virulé. Las puso Javi con mi hermano aprovechando que yo no estaba en casa para dar el peñazo con el equilibrio estético. El año que viene intentaremos buscar una solución eficaz a la par que bonita y exigiré mediante contrato que la instalación de las redes se haga bajo mi supervisión.

A los caracolillos les dedico un par de minutos cada mañana para quitarlos de mis hojitas frescas. El tema del bicho cabr*n sigue pendiente de una solución. 

Aun así, hubo plantas que se murieron sin motivo aparente. Falta de sol, exceso de humedad, o simplemente porque no estaban hechas para vivir en este mundo. ¿Quién sabe? Es algo que hay que tener en cuenta a la hora de comprar plantones. Un minuto de silencio por todas las acelgas que murieron en nuestro campo de batalla.

Así son los plantones de fresa que se compran en los viveros

Y después de todo este rollo, os cuento que las cosas empiezan a tener buena pinta. Los tomates crecen a buen ritmo, las plantas de pimiento tiene un color verde verde verde que no veas. Las lechugas ahí siguen. Un día de estos nos comeremos las de oreja de burro.

Así eran cuando las trajimos a casa, y así están ahora.

La berenjena no va ni para adelante ni para atrás. Lo que en principio, y después de todo lo que nos ha pasado, es una buena señal.

Las cebollas las plantamos demasiado juntas, pero parece que tiran.

Así estaban recién plantadas, y así están ahora.

¿Veis? Las plantamos muy juntas y ahora las probres han tenido que crecer como si fueran los seis hermanos de una familia numerosa viviendo en un piso de 70 m2

Las espinacas... Bueno, tendremos suerte si al final nos salen hojas para un revuelto de espinacas con gambas. Eso sí, los pimientos están estupendos. Aún es pronto pero tenemos muchas esperanzas puestas en estas plantas de pimientos.

Las alcachofas, aguantan, que ya es bastante.

Por ahora, las tres alcachofas que compramos tienen esta pinta.

Para las fresas pintaban bastos hasta que solucioné el tema con un truco que podemos aplicar en cualquier terraza del mundo con buen resultado y que os contaré otro día. Si no, este post es eterno. 

Así que, resumiendo: 

- La mejor orientación para cultivar hortalizas en casa en la sur. 

- La tierra hay que orearla y abonarla entre diciembre y enero, para que así esté llenita de nuetrientes cuando llegue el mes de marzo y empecemos a hincar los plantones. 

- Es importante enriquecerla con sustrato, al menos en la zona donde vayamos a hincar. 

- Mejor plantones que semillas. Es mi opinión, y a lo mejor estoy equivocada, pero creo que no merece la pena estar tan pendiente de una semilla que a lo mejor se te muere por el camino. Los plantosne cuestan entre 20 y 50 céntimos, dependiendo de la planta y la variedad. 

Y el próximo día os cuento cómo cultivar fresas en casa, abordamos las especias y charlamos sobre el calendario de plantación.