11 de mayo de 2010

Justo Rodríguez, amor a La Rioja y pimientos choriceros

Pocas cosas hay en esta vida más bonitas que una ristra de pimientos choriceros secándose en un balcón.

Hace un par de años hice unas fotos preciosas en un pueblo riojano y quería colgarlas en el blog esta semana para hablar de este tema tan de mi tierra. Pimientos choriceros. ¡Qué maravilla de alimento! Es ver esta bonita imagen y que se me salten la lágrimas de orgullo riojano.

Se me ha adelantado Justo Rodríguez, fotógrafo, blogero, ex compañero de reporterismo riojano y amigo, con esta pedazo de foto.


Su blog es de obligada lectura casi diaria, y más hoy que me dedica la entrada, jajaja. Ahora en serio, Justo debería editar algún día un libro de riojanismos fotográficos. Las imágenes que cuelga en el blog son un estudio sociológico, arquitectónico y costumbrista de La Rioja profunda. Una maravilla visual con un punto de ironía magnífico.

Y después de toda esta retahíla... Al tema.

Pimientos choriceros. Indispensables en la cocina riojana y española en general.

Da un sabor único a platos de cuchara como los caparrones, las pochas, las lentejas o los garbanzos, a pescados como el bakalao o a los arroces.

Cualquier pescado al horno sencillito gana varios enteros si antes de meter al horno, lo ponemos en la fuente abierto y le echamos por encima aceite de oliva en el que hayamos frito unos ajitos y un pimiento choricero picadito. O, en ese mismo aceite, podemos freír unas patatas y un huevo frito. Para morirse. Y si pican un poquito, mejor que mejor.

Los pimientos choriceros se compran en cualquier supermercado pero yo para estas cosas soy más de recurrir a la despensa de mi madre. Efectivamente, cada vez que voy a Logroño le robo un par de ellos, que no digo yo que en Segovia no haya pimientos choriceros de calidad, pero me dan más confianza los de mi madre, comprados en una bajera larderana a un precio inbatible del que yo beneficio con la tarjeta 5D (cinco dedos, vaya).

Me gustan los pimientos choriceros que llegan a tu casa con una ligera capa de polvo, signo inequívoco de haberse secado de forma tradicional en el balcón de casa.

Así que ya sabéis, a comprar todos o a robar a la madre todos un par de pimientos choriceros. Ya os iré contando yo como hay que usarlos.

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